Los inmensos pastos, un clima propicio y la calidad de su ganado hacen que la leche irlandesa sea inigualable. Así la mantequilla, por ejemplo, es uno de los productos más reconocidos gracias a su color, textura, sabor y calidad.
En sus inicios la producción de la mantequilla era artesanal y el control de su calidad prácticamente era desconocido. Muchos de los productores eran pequeños agricultores que producían el producto a pequeña escala. Poco a poco esos pequeños agricultores pasaron a ser propietarios de su propio ganado y se fueron convirtiendo en empresarios autónomos.
La industria de la mantequilla de Irlanda fue año tras año preparándose para un cambio de mercado en el que cada vez la población estaba más urbanizada y se necesitaba vender el producto más allá de sus fronteras.
A día de hoy todos estos cambios; control de calidad, mejora medioambiental, bienestar animal, leyes agrarias de regulación…. han propiciado ofrecer a los consumidores un producto de altísima calidad con pocos competidores.